PSICOLOGÍA
DEL DEPORTE… “EL DEPORTE DE VIVIR”
De las disciplinas que forman parte de un deportista e influyen en su
rendimiento, la menos atendida en nuestro país es la Psicología. Muchas veces
los preconceptos acerca de la Psicología hacen que sea muy difícil integrarla
al ambiente deportivo. Y es que parece haber tanto deportistas o jugadores como
directivos y entrenadores que no consideran necesarios a los psicólogos o que
creen que su presencia equivaldría admitir cierto grado de locura en ellos
¡Nada más lejos de la realidad! Los psicólogos especializados en deporte no
trabajan con “pacientes”, sino con deportistas o equipos deportivos.
La intención de este artículo es dar la información necesaria sobre la
Psicología del Deporte, con el fin de que cada vez más deportistas tengan la
oportunidad de ir integrando en su entrenamiento todos aquellos aspectos
psicológicos que les permitan mejorar su rendimiento deportivo y su bienestar,
siendo éste precisamente el objetivo principal de la Psicología Deportiva.
Tan importante como el entrenamiento físico, es el entrenamiento mental,
que incluye la utilización de determinadas técnicas psicológicas, tales como:
§
Control
de la ansiedad.
§
Establecimiento
de objetivos.
§
Aumento
de la atención y concentración.
§
Cambio
de pensamientos irracionales.
§
Empleo
de la visualización.
§
Empleo
adecuado de la comunicación.
Uno de los puntos importantes, como ves, es el de reducir la ansiedad,
que es inhibidora del rendimiento, pues cuando un deportista está ansioso no
puede rendir al 100%. La función del psicólogo deportivo, en este caso,
consiste en:
§
Enseñar
ejercicios de respiración muy específicos que
permiten, no sólo controlar la ansiedad en momentos claves de la
práctica deportiva, sino también ampliar la capacidad pulmonar, convirtiéndose,
de esta manera, una técnica psicológica en un entrenamiento físico que aumenta
la resistencia del deportista.
§
Practicar
relajación como si fuera un entrenamiento más,
con el fin de eliminar tensiones locales, facilitar la recuperación cuando se
dispone de poco tiempo de descanso, ayudar a evitar el exceso de tensión
muscular, ayudar al comienzo del sueño y reducir el insomnio que puede ser
frecuente previa competición.
Por otro lado, el establecimiento de objetivos consiste en la aplicación
sistemática y programada de los objetivos, pues suele suceder que los objetivos
que se establece un deportista son poco realistas, lo que le llevará a la
aparición de pensamientos autodevaluadores, a la aparición de un alto nivel de
ansiedad y, con toda probabilidad, a un importante deterioro en el rendimiento.
Por ello, es imprescindible fijar una serie de pasos intermedios que le
conducirán como último escalón al objetivo final. Cuando se alcanza cada uno de
los pasos intermedios, el deportista avanza, se acerca al objetivo final, con
el consiguiente mantenimiento de la motivación, aumento de la autoconfianza,
etc.
Los pensamientos distorsionados conducen a emociones negativas y
fomentan el aumento del nivel de activación del deportista. Todo este proceso
conlleva un bajo rendimiento. Por el contrario, los pensamientos “positivos” o
apropiados conducen a emociones que capacitan al deportista para obtener un
nivel de rendimiento óptimo. Aprender la clave para fomentar este tipo de
pensamientos es uno de los aspectos más enriquecedores de la Psicología
Deportiva y de la Psicología en general, pues son la base para incrementar
también la autoestima.
Todos los deportistas han oído en alguna ocasión las palabras fatídicas:
“¡Pero hombre, concéntrate!”. A esta
frase han seguido una serie de pensamientos como los que siguen: “Muy bien,
concéntrate… ¿pero en qué?”; “Debo de estar muy desconcentrado y, por lo tanto,
es probable que pierda el partido”; “Si mi entrenador dice que estoy
desconcentrado debo de estarlo… ¿Y ahora qué hago? ¿Cómo me concentro?”. Estos
ejemplos recogen el desconcierto que existe en torno a este tema. Por lo cual,
la Psicología Deportiva se encarga también de estudiar y aplicar el tema de la
concentración como una de las bases para tener éxito en la práctica deportiva.
Otra de las técnicas psicológicas estrella dentro de la Psicología del
Deporte es la Visualización, consistente en imaginar, de una manera lo más
realista posible, todos aquellos aspectos importantes del deporte antes de su
realización, lo cual supone una gran ventaja a la hora de controlar las
situaciones a las que el deportista ha de enfrentarse. En este sentido, el lema
que un psicólogo deportivo desea inculcar en un deportista es: “Imaginad cosas
positivas, sean del tipo que sean. No imaginéis derrotas, puesto que no os
entrenáis para ser derrotados”.
Por último, es también de suma importancia para un psicólogo deportivo
trabajar sobre la comunicación en el grupo deportivo. En el deporte existe una
necesidad de desarrollar capacidades de comunicación que van más allá del
proceso de adquisición de conocimientos y estrategias. Muchas veces, los
problemas importantes en los equipos tienen su origen en unas comunicaciones insuficientes
o mal interpretadas entre entrenador y equipo.
Es por todo esto que sería oportuno ir incorporando la Psicología del
Deporte como una herramienta más que enriquezca tanto el desarrollo deportivo
como profesional, trabajando interdisci- plinariamente para beneficio del
deporte en general.
Parece entenderse que todas estas técnicas
psicológicas son aplicables únicamente en el ámbito deportivo, pero sin embargo
son generalizables a cualquier situación de nuestras vidas: trabajo, estudios, familia,
etc. Por tanto, cuando un
deportista realiza un entrenamiento
físico y un entrenamiento psicológico, no sólo se está desarrollando como
deportista, sino también como “persona”, que a fin de cuentas es lo más
importante. Asimismo, si pensamos que la vida es un deporte que todos tenemos
el privilegio de practicar ¿por qué no aprender un poco de psicología para
disfrutar más del “Deporte de Vivir”?